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Qué esperar de la Educación Infantil

Qué esperar de la Educación Infantil

“La educación no es una preparación para la vida: la educación es la vida en sí misma.” Dewey, J.

Es muy posible que muchos de nosotros,  personas de nuestras generaciones anteriores y posteriores no tuvieran Educación Infantil. Y se oyen comentarios al respecto del tipo “Yo no he ido a la guardería y no me ha pasado nada”.

Sí, eran otros tiempos, otros sistemas educativos y otras realidades familiares y sociales. Esos tiempos en los que jugar en la calle era posible, se potenciaba el juego libre, la socialización, el aprendizaje significativo a través de experiencias reales. Pero lo cierto es, que en la actualidad la posibilidad de que niños y niñas participen de un entorno educativo en sus primeros años de vida no solo es beneficioso para su desarrollo sino además, altamente recomendable.

La gran mayoría de las familias ya empiezan a considerar esta etapa educativa como una oportunidad para ofrecer a su pequeño o pequeña un ambiente de aprendizaje, con los estímulos adecuados para propiciar un desarrollo integral. El desarrollo infantil integral se alcanza o potencia con un relacionamiento social que permite fortalecer habilidades y destrezas cognitivas, emocionales, físicas, sociales y culturas que harán que el individuo esté en condiciones más favorables para desarrollar su vida.

¿Dónde podemos ofrecer esto? ¿Lugares de aprendizaje y experiencias sociales adecuadas a esta temprana edad?

La infancia es la etapa que mayor influencia tiene en nuestra vida. Puede que no recordemos lo que comimos ayer, pero sí recordamos nuestra infancia. Pequeños momentos que crearon grandes recuerdos. Todo lo que aprendimos, vimos y jugamos, quedaron grabados en la red que de 0 a 6 años se entretejía para ser quienes somos hoy. Con nuestras luces y sombras por supuesto.

Entonces, ¿Qué esperar de la Educación Infantil? Es sencillo, una escuela donde el ser sea más importante que el saber. Aprender a….y no a cerca de.

Debe ser una escuela que ofrezca las herramientas necesarias para adaptarse a los cambios, a la volatilidad de las estructuras personales, laborales y sociales, que entrenen habilidades y hábitos como la persistencia, el control de la impulsividad, el compromiso, la escucha y la resilencia para aprender de los fracasos.

Donde sea fácil hablar de emociones para sentirlas y expresarlas con libertad, reconocerlas y aceptarlas. En definitiva crear espacios con límites llenos de amor envueltos en escucha, acompañando a las familias en la maravillosa tarea de ver crecer felices a sus hijos e hijas. Ese sin duda , para nosotras,  el gran reto de la Educación Infantil del siglo XXI.

Creemos que el propósito de un niño es crecer, pero el propósito de un niño es SER UN NIÑO. Tom Stoppard

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